jueves, 2 de agosto de 2007

no llores por mí

Uno se cruza con un mansión de principios del siglo XX que en los 50's funcionó como hogar de tránsito para huerfanitos del interior. En la entrada hay unas rejas negras inmensas. Una señora da la bienvenida sentada en un rinconcito apenas iluminado y permite el ingreso por un costadito aún más oscuro. Lo primero que uno se cruza es una máscara mortuoria que te invita a seguir con el recorrido. Fotos de ua mujer muerta, sus vestidos negros encerrados en vidrieras de cristal, pisos de madera que hacen ruido, puertas que chillan, ventanas que se golpean, un anciano encorvado que te sigue vayas donde vayas.
No, no... no es una peli ni de Hitchcock, ni de Price y muchos menos de Shyamalan; es el adoradísimo museo de Evita.
Oh Dios! recomienda con pasión el té de de dulce de leche... ah! porque también hay restaurant en el museo de Evita. Es lindísimo! y siempre está frecuentado por señoras sexagenarias (y más) de la zona que festejan cumpleaños, reuniones de ex alumnas o pasan el rato de tiernas y hermosas que son nomás. Me dijeron que los desayunos son riquísimos y las milanesas son crocantitas como la de mi mamá y la tuya.
Y si después del tecito les queda tiempo no le escapen a la exposición de retratos à la Warhol. Otro punto aparte es el baño que tiene el jabón con olor más rico que jamás me pude haber cruzado.
A la salida se puede firmar un cuaderno para decir lo hermoso que es el lugar, (porque no se puede decir otra cosa) y hay una tienda de souvenirs con ediciones de todos los tipos de esa maravilla que es "La razón de mi vida"

¿Dónde? Lafinur 2988, cerquita de un edificio de ladrillos que es una belleza.
¿Cómo? no sé... yo camino un par de cuadras desde plaza Italia y casi siempre me pierdo.

¡Llevá a todas tus amigas!

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